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Aunque la Comunidad tiene gran presencia en la capital cordobesa, los locales gastronómicos brillan por su ausencia. En esta nota intentamos entender por qué.
Comunidad23 de abril de 2021 Eduardo Rodríguez RochaEn las grandes ciudades como Buenos Aires, Ciudad de México, San Francisco, Vancouver o Lima, pedir un delivery de comida china se ha convertido en una práctica habitual desde hace más de tres décadas. Sin embargo, en Argentina contamos con la excepción. La ciudad de Córdoba, con más de un millón y medio de habitantes, no tiene una variada oferta gastronómica oriental. Los dos restaurantes chinos más reconocidos en la ciudad cerraron en los últimos años.
Casa China, el más emblemático de la ciudad, funcionó durante más de 20 años en la zona norte, en un amplio terreno en el que un camino arbolado y ornamentado por faroles típicos llevaba hacia una casona con techos de tejas rojas. Palito Rojo, otro restaurante de comida china ubicado en la misma zona, no pudo superar los efectos de la pandemia del COVID-19. ¿A qué se debe esta particularidad de la gastronomía china en la ciudad mediterránea?
Desde que llegué a vivir a la ciudad de Córdoba, hace 6 años aproximadamente, me he abocado a estudiar cómo los comerciantes procedentes de diversos países de Oriente echan a andar sus negocios. A través de largas caminatas por el microcentro cordobés, me encontré con pequeños capitalistas de origen chino que se han incorporado a poderosas redes comerciales globales y han puesto en funcionamiento grandes bazares mayoristas y minoristas de mercancías importadas de China y, en menor medida, supermercados de proximidad. Los bazares polirubro constituyen la iniciativa económica principal de los migrantes de origen chino en Córdoba.
A comienzos de la década de los 2000, algunos jóvenes que emigraron a la Argentina y se radicaron en Buenos Aires en las décadas de 1980-1990, buscaron nuevos destinos de negocio en Córdoba. Aprendieron de sus padres, tíos y abuelos el oficio comercial de la importación, distribución y venta de los artículos procedentes de China. Estimaciones realizadas por los propios bazaristas y supermercadistas, sugieren que entre 700 y 800 personas –considerando adultos nacidos en China, y jóvenes y niños nacidos en Argentina, de padre y/o madre de origen chino- residen en la ciudad de Córdoba y ciudades circunvecinas.
Este crecimiento de la comunidad china en Córdoba, en relación a los datos del Censo Nacional de Población del 2010, en parte puede explicarse debido a que algunos de estos migrantes y sus familias se han radicado en Córdoba sin pasar previamente por Buenos Aires. Así, he podido conocer comerciantes globales que antes de instalarse en Córdoba, tuvieron experiencias laborales en Francia, Canadá y Brasil. Podría decirse que las redes comerciales transnacionales en las cuales se incorporan estos comerciantes globales, tienen una sólida ramificación en las principales avenidas del centro cordobés así como en las populosas calles peatonales del microcentro.
Sin embargo, desde que comencé mis estudios en esta zona de la ciudad, eché en falta los restaurantes de comida china. Estos espacios son una gran alternativa para diversos consumidores: los estudiantes -recordemos que Córdoba es el mayor polo educativo del centro del país- que no desean o no han desarrollado habilidades para cocinar; para los trabajadores que no tienen tiempo de preparar la cena; como un motivo de reunión de amigos el fin de semana; como una alternativa culinaria económica; como una opción culinaria de calidad.
Asimismo, los restaurantes chinos también suelen ser lugares de encuentro intercultural. Junto a los comensales “nativos” de una u otra ciudad alrededor del mundo, grupos de amigos de origen chino o las propias familias dueñas de los restaurantes suelen ocupar alguna mesa para disfrutar los platillos –y en ocasiones animarse a cantar en los karaokes del lugar-. La decoración de estos sitios no es menos atractiva: las paredes se atavían con banderas nacionales, dragones y fotografías de paisajes naturales chinos, puede haber fuentes (en ocasiones con peces de colores), revistas, periódicos y música autóctona en el sonido ambiente para configurar una amalgama de sensaciones glo-cales. Es decir, quienes solemos acudir a los restaurantes de comida china disfrutamos de la posibilidad de conectarnos momentáneamente con el conjunto de los sentidos que hacen a una cultura extranjera sin movernos de nuestras respectivas ciudades.
Las redes familiares de origen chino asentadas en la ciudad parecen no haber encontrado en esta rama de actividad un espacio para desarrollar sus iniciativas económicas. ¿Acaso los negocios de comercialización y venta de mercancías baratas en los bazares polirubro han concentrado la totalidad de las inversiones de estas redes migratorias? Ciertamente, estos bazares se incrustan en encadenamientos comerciales globales dinámicos, en donde varios integrantes de las redes familiares/comunitarias se involucran laboralmente en las diversas funciones necesarias para echar a andar estos negocios.
Sin embargo, parece haber otras razones por las cuales no se han establecido más restaurantes de comida china en la ciudad. Una primera conjetura es que las familias de origen taiwanés que se asentaron en la ciudad en la década de 1980, y que profesan el taoísmo, han establecido algunos pocos comedores vegetarianos, a los que acuden al medio día principalmente oficinistas que trabajan en el microcentro cordobés. Posiblemente, ello haya saturado el “mercado”, y coadyuvado a orientar las estrategias económicas de las redes migratorias chinas hacia el comercio al por mayor y al por menor.
Existe también otra hipótesis: que dentro de las preferencias, hábitos y prácticas de consumo de la sociedad cordobesa no hay aún una apertura por demasiadas opciones culinarias transculturales. Los delivery de comida no escasean. Proliferan lomiterías, casas de sushi, pizzerías, casas de empanadas salteñas, tucumanas, árabes y cordobesas. Muchas casas de comida vegana/vegetariana se adicionan a la oferta culinaria. Algún restaurante de comida mexicana hay. La comida árabe, debido a la fuerte presencia de inmigrantes sirio-libaneses desde mediados del siglo pasado, está bien posicionada en las preferencias de la sociedad cordobesa. Y aun así, se extraña el arroz salteado, los noodles con verduras, los ravioles al vapor.
Resta esperar que dentro de los singulares efectos que sufrirán nuestros sistemas de vida a causa de la crisis del COVID-19, la apertura de espacios de gastronomía china en Córdoba constituya una transformación que vuelva para quedarse, que apacigüe los paladares, que coloree los paisajes urbanos.
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