Las razones por las que Rosario es una gran alternativa a vivir en Buenos Aires

Desde fines de los años 90 la importante ciudad de la provincia de Santa Fe se convirtió en una de las predilectas de la comunidad para desembarcar con sus negocios y costumbres. En esta nota te contamos por qué.

Comunidad 20 de abril de 2021 Marcelo Colón
chinos en rosario

Rosario está ubicada a la vera del caudaloso Río Paraná y cuenta con un poco más de un millón de habitantes. Desde fines de los 90 la presencia china se siente en toda la ciudad. En 1997 se hermanó con Shanghai. Por la misma época, la Universidad Nacional de Rosario (UNR) se convirtió en la primera casa de altos estudios en dar clases de idioma chino mandarín en sus aulas. En pocos años, el programa logró contar con una gran cantidad de estudiantes interesados.  Y a partir de los 2000 comenzó a alojar a uno de los contingentes de ciudadanos chinos más numerosos en el interior del país. 

Pasado el momento más duro de la crisis de 2001, entre 2003 y 2006 los rosarinos se habituaron con rapidez a tener cerca un supermercado de la comunidad china donde hacer las compras. Luego, supieron radicarse en otras ciudades de la provincia de Santa Fe y Entre Ríos, cercanas y de fácil acceso a Rosario como Granadero Baigorria, San Lorenzo, Villa Gobernador Gálvez, Casilda, Cañada de Gómez, Roldán y la entrerriana localidad de Victoria, conectada con Rosario para esa época a través de un puente. 

¿Pero es la ciudad que eligieron los chinos desde el comienzo para residir? Por lo general, no. Es habitual que los inmigrantes hayan probado suerte a finales de los años 90’ en la populosa Buenos Aires y sus alrededores antes de desembarcar en otros destinos. Es decir, que Rosario es una de las primeras localidades del interior del país hacia donde la comunidad se fue expandiendo.  

Hay una diferencia importante entre Buenos Aires y Rosario: ésta última no cuenta con un “barrio chino” que reúna tanto las actividades comerciales como culturales de esta comunidad. Por el contrario, parecería que la localidad fue elegida como un espacio de preferencia para instalar autoservicios, lo que genera una dispersión de la comunidad a lo largo de toda su extensión. 

Ante la saturación de la plaza porteña, Rosario resultó tentadora para unos migrantes que cargaban con sueños de progreso. ¿Por qué Rosario y no otras ciudades? En primer lugar, los 300 kilómetros que la separan de Buenos Aires la convirtieron en un polo atractivo para quedarse a vivir. La accesible distancia les permitía mantenerse cerca de sus compatriotas, conservando sus lazos afectivos y de solidaridad mutua, y también les posibilitaba una rápida llegada a la capital del país, donde se consigue todo lo que un migrante puede necesitar para desarrollar su vida: libros de estudio, revistas, música del país de origen o mercadería para emprender sus pequeños negocios. Pero además, Rosario es la tercera ciudad más grande de Argentina, por lo que las posibilidades de éxito son mayores. 

Finalmente, es importante destacar las facilidades para instalar sus emprendimientos comerciales, ya que la falta de competencia y los pocos obstáculos en las leyes locales para situar un negocio en este lugar la convertía en una región difícil de esquivar.

Construyendo una comunidad propia 

Si bien los vínculos con la comunidad porteña siempre fueron muy fuertes, la colectividad en Rosario tiene vida propia. Tal es así que los comerciantes chinos en la ciudad y alrededores se agruparon en 2006 bajo la cámara de comercio CASRECH, una filial de la que ya existía en Buenos Aires. Hacia finales de la década de 2000, se calcula que existían entre 200 y 300 establecimientos en toda el área metropolitana. Un promedio de uno cada por lo menos 5000 habitantes, lo que la transformaba en una colectividad con fuerte presencia dentro del sur de la provincia de Santa Fe. 

Pero  esta “etapa dorada” empezó a ver su fin en los últimos años de la década pasada. Por un lado, la comunidad encontró limitaciones en la propia actividad comercial del autoservicio: en la década del 2010, la plaza rosarina se saturó. Esto, sumado al agotamiento por las consecuencias de la inseguridad, aumentó el atractivo de las ciudades más pequeñas. Allí encontraron entornos más tranquilos que además estaban vírgenes de competencia. Por otro lado, la crisis económica reciente hizo su parte, reduciendo el tamaño de la colectividad en la ciudad. Se calcula que al menos 150 comercios son manejados por migrantes chinos.

Buena parte de la vida de muchos de ellos se ha desarrollado en Argentina, lo que les permitió habituarse a muchas costumbres locales aunque conservando las propias. Sus hijos, algunos nacidos en Argentina y algunos nacidos en China, se están sumando a los emprendimientos de los padres. Manejan el idioma chino de la casa y ya no tienen miedo a usar el más típico lenguaje argentino delante de ellos, oficiando de intérpretes a todo momento. La mujer que trabaja en la caja del “súper”, le tomó el pulso a las bromas y al espíritu de los argentinos y es habitual que responda con el mejor lunfardo a sus clientes. 

A pesar de las dificultades y de los inconvenientes comunes a otras ciudades del país, la comunidad en Rosario se posiciona cada vez mejor, integrándose a los vecinos de su barrio y haciéndose protagonista de la vida rosarina.  

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